jueves, 4 de marzo de 2010


Je ne veux pas mourir sans avoir compris pourquoi j'avais vécu.

viernes, 26 de febrero de 2010

Se va a acabar


Por Marcelo Jelen*

Es una suerte que la presidencia de Tabaré Vázquez se termine. Y no porque haya
sido mala: a pesar de los agoreros, tuvo más claros que oscuros. Ni siquiera el
periodista más viejo de la diaria debe de tener recuerdos de un gobierno mejor
que éste. Lo bueno de que se acabe es que Vázquez entregará el cargo a un
sucesor elegido por la ciudadanía en las urnas, como en cada 1° de marzo de
todos los años múltiplos de cinco desde 1985. La democracia y la república han
sobrevivido y gozan de buena salud.

Una salud tan robusta como la popularidad del mandatario saliente, que se retira con 61% de los consultados por la encuestadora Interconsult aprobando su gestión, o entre 70% y 80% en la medición de Óscar Bottinelli, de Factum. Los triunfos electorales del Frente Amplio en octubre y noviembre le deben más a su prestigio que a los candidatos, aunque fueron bien escasas sus intervenciones en la campaña, la más notoria de las cuales fue un ataque a su correligionario y hoy presidente electo, José Mujica. Hasta la fórmula opositora encabezada por Luis Lacalle trató de
exhibirse como una continuadora más cabal de su obra que el propio oficialismo.

Vázquez mantuvo el estilo de liderazgo que lo ha caracterizado desde su
ingreso a la cancha grande de la política en 1989, cuando fue proclamado
candidato a intendente de Montevideo. Sin dejar de trazar las grandes líneas de
gobierno, les concedió amplia autonomía a sus ministros. Su gabinete fue ámbito
de debates, que a veces se procesaban a través de la prensa, sobre todo en
materia de relaciones exteriores, comercio internacional y presupuesto. Sin
embargo, no dejó de tomar partido en cuestiones polémicas que lo enfrentaban con
parte del oficialismo e incluso con sus seguidores más fervientes: el frustrado
tratado de libre comercio con Estados Unidos, los choques con Argentina y el
veto a la despenalización del aborto fueron las más sonadas. Su determinación en
este último caso fue tan firme que motivó su renuncia al Partido Socialista.

La presidencia de Tabaré Vázquez estuvo alejada de los extremos pero
impuso programas de clara izquierda a los que el público ha percibido como
exitosos. El Plan de Emergencia Social, la restauración de los Consejos de
Salarios, la reforma tributaria y la del sistema de salud, por ejemplo. Otros,
como el Plan Ceibal, son ambidiestros. Al mismo tiempo, bajo su conducción
surgieron pronunciamientos a los que sectores frenteamplistas consideran en
contradicción con principios antes casi incuestionados. Las vacilaciones del
oficialismo hasta decidir su muy débil apoyo a la fracasada anulación de la Ley
de Caducidad, así como la versión vazquista de la revisión de los crímenes de la
dictadura (“nunca más un hermano contra otro hermano”), oscurecieron el camino
hacia la verdad histórica y la justicia abierto por este gobierno, el primero
que aplicó con decencia el artículo 4 de esa norma infame. Y el veto parcial a
la Ley de Salud Sexual y Reproductiva desdijo a la enorme mayoría de los
votantes del Frente.

Por otro lado, ciertos mecanismos utilizados por Tabaré Vázquez para comunicarse con la ciudadanía se acercaron demasiado a la irregularidad institucional. Un par de multitudinarios “cabildos abiertos” organizados por la Presidencia fueron, en realidad, actos frenteamplistas. No tanto las sesiones públicas del Consejo de Ministros, pero casi, casi. Algo similar sucedió con la campaña por la reelección, de constitucionalidad bastante dudosa: el apoyo de varios ministros, senadores y dirigentes frenteamplistas de primera línea refutaba las reiteradas negativas del propio presidente y sugiere la posibilidad de que él mismo avalara el movimiento con sus silencios o entre bambalinas.

La campaña por el retorno de Vázquez a la presidencia de la
República en 2015 comenzó hace rato. Para usar sus propias palabras, sólo “las
circunstancias políticas y la biología” podrían detenerla. La primera senadora
oficialista, Lucía Topolansky, sugirió designarlo presidente del Frente Amplio,
por considerarlo su “líder indiscutido”. Convertido en dirigente independiente
dentro de la coalición, está en sus manos asumir la tarea de curar las heridas
que dejó una prolongada lucha por las candidaturas, algo bien complicado de
lograr en un partido con responsabilidades de gobierno. Si lo hace, es muy
probable que dentro de cinco años un Tabaré Vázquez más pelado, más canoso y,
tal vez, más sabio vuelva a gobernar este país.

*Extraído de La Diaria.

martes, 23 de febrero de 2010

El primer nieto del Bicentenario



La titular de Abuelas de Plaza de Mayo expresó la satisfacción por la recuperación de la identidad de Francisco y destacó que su apropiador "felizmente está detenido, dada su peligrosidad y el riesgo de vida que corría el chico y la familia biológica". Se trata del capitán retirado del Ejército y ex carapintada Víctor Alejandro Gallo, que ya en 1997 fue condenado a diez años de prisión por su implicación en la llamada Masacre de Benavídez, donde un matrimonio y su hija fueron asesinados.


"Es una felicidad para nosotros anunciar lo que bautizamos como el primer nieto del Bicentenario", aseveró Carlotto en declaraciones formuladas esta mañana a radio Continental.

Se trata del joven Francisco Madariaga Quintela, hijo de Silvia Quintela, secuestrada por la dictadura militar el 17 de enero de 1977 en la localidad bonaerense de Florida, cuando estaba embarazada de cuatro meses.

Desde ese momento, su pareja, el sobreviviente Abel Madariaga, quien partió al exilio, emprendió la incansable búsqueda de su hijo que lo llevó a comprometerse a tal punto con la causa que es secretario de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo.

En la entrevista, Carlotto contó que el nieto número 101 fue detectado por la propia iniciativa del joven que "tuvo sus dudas" acerca de su identidad.

Además, indicó que, una vez que Francisco se acercó a la institución "todo se desarrolló rápidamente dada la peligrosidad del apropiador, un hombre que felizmente está detenido".

"Las autoridades hicieron un trabajo excelente dado el riesgo de vida que corría el chico e incluso la propia familia biológica", relató Carlotto, quien destacó la importancia de continuar con la tarea de búsqueda de chicos apropiados durante la última dictadura militar.

De hecho, sostuvo que "estas personas viven oprimidas" y "muchas veces con una vida muy desgraciada", como -según afirmó- es el caso de Francisco Madariaga Quintela.



Extraído de Página 12

jueves, 11 de febrero de 2010

No se entiende



Por Juan Gelman


No, no se entiende. Fuera de España no se entiende qué está pasando en España con el juez Baltasar Garzón. ¿A proceso por su intento de juzgar crímenes de lesa humanidad? ¿Lo castigan por su desvelamiento de la oscura trama de corrupción tejida por personalidades de un partido político? ¿Se judicializa la política española? ¿Se politiza la justicia española?

Conocí al juez Garzón en 1997, cuando, con mi esposa Mara La Madrid, le elevamos una denuncia por el asesinato de mi hijo Marcelo Ariel y la desaparición de mi nuera María Claudia, padres de una niña o un niño nacido en cautiverio del cual supe la existencia por la Secretaría de Estado de El Vaticano. Era el único juez ante quien podíamos hacerlo: no había otro en el mundo dispuesto a escuchar el relato de los crímenes cometidos por la dictadura militar argentina. No había otro juez en el mundo que atendiera las heridas de las víctimas de Pinochet y no hubo otro que decidiera procesarlo.

Lo volvimos a ver en el 2000, esta vez para querellar a los represores de la dictadura uruguaya que asesinaron a mi nuera, le robaron la hija –era una niña, mi nieta, a la que encontré 23 años después de nacida– y desaparecieron los restos de María Claudia. Nos recibió con la misma deferencia y con un rostro que el sufrimiento ajeno le había escrito. Salimos de su despacho con alguna esperanza de justicia, la que esperaban y aún esperan centenares de miles de castigados por la espada en nuestro continente.

No voy a fingir una inocencia que no tengo. En la Argentina habemos jueces que violan el derecho de gentes, el derecho humanitario internacional, los derechos de los agredidos, la moral y la ética más corrientes, movidos tal vez por viejas complicidades. El juez Garzón no pertenece a esa tribu y que lo juzguen por hacer justicia no se entiende. No lo entendemos en América latina. Tampoco en otras partes del mundo.

lunes, 1 de febrero de 2010

Todo a pulmón


Letra y música: Alejandro Lerner

Que difícil se me hace
Mantenerme en este viaje
Sin saber a dónde voy en
realidad
Si es de ida o de vuelta
Si el furgón es la primera
Si volver es una forma de llegar.

Que difícil se me hace
Cargar todo este equipaje
Se hace dura la subida al caminar
Esta realidad tirana
Que se ríe a carcajadas
Porque espera que me canse de buscar.

Cada nota cada idea
Cada paso en mi carrera
Y la estrofa de mi
última canción
Si cada fecha postergada
La salida y la llegada
Y el oxígeno de mi respiración
Y todo a pulmón todo a pulmón.

Que difícil se me hace
Mantenerme con coraje
Lejos de la transa y la prostitución
Defender mi ideología
Buena o mala pero mía
Tan humana como la contradicción.

Que difícil se me hace
Seguir pagando el peaje
De esta ruta de locura y ambición
Un amigo en la carrera
Una luz y una escalera
Y la fuerza de hacer todo a pulmón.

viernes, 29 de enero de 2010

Al otro lado del río



Letra y música: Jorge Drexler.


Clavo mi remo en el agua
Llevo tu remo en el mío
Creo que he visto una luz al otro lado del río

El día le irá pudiendo poco a poco al frío
Creo que he visto una luz al otro lado del río

Sobre todo creo que no todo está perdido
Tanta lágrima, tanta lágrima y yo, soy un vaso vacío

Oigo una voz que me llama casi un suspiro
Rema, rema, rema-a Rema, rema, rema.

En esta orilla del mundo lo que no es presa es baldío
Creo que he visto una luz al otro lado del río

Yo muy serio voy remando muy adentro sonrío
Creo que he visto una luz al otro lado del río.

Sobre todo creo que no todo está perdido
Tanta lágrima, tanta lágrima y yo, soy un vaso vacío.

Oigo una voz que me llama casi un suspiro
Rema, rema, rema. Rema, rema, rema.

Clavo mi remo en el agua
Llevo tu remo en el mío
Creo que he visto una luz al otro lado del río.

jueves, 28 de enero de 2010

Perderse adentro



Por Facundo Ponce de León*


Viajar es, ante todo, aprender que perderse es encontrarse. Es un movimiento anclado en la paradoja y que se repite a lo largo de la vida. Salimos del hogar hacia la casa de los vecinos, nos perdemos al traspasar la manzana del barrio. Todo parece infinitamente lejos pero estamos a apenas cinco cuadras. Luego la escuela, el colegio, el liceo. Nos perdemos en el corredor, no sabemos para dónde queda el baño ni quién es el compañero de banco. A la semana ya sabemos un poco más. Todavía recuerdo cuando mis hermanas me enseñaron a volver en ómnibus y el día que olvidé chistar y me pasé una parada. Sólo me había alejado dos cuadras, pero temblaban las piernas cuando el 192 siguió su curso.

La amistad es abrir el círculo, salir de los lazos familiares propios y perderse en la vida de otras familias que empezamos a conocer. Y todos nuestros amigos fueron, al principio, extraños para nosotros. Tuvimos que viajar hacia ellos.

Volvemos a perdernos en la Universidad, se agranda nuestro círculo de movimientos por la ciudad, algunos llegan a la capital y se pierden al salir de Tres Cruces. Otros temen no volver a ver a sus amigos del liceo y se sorprenden por la variedad de edades que hay en un salón de Facultad. Nos perdemos, le erramos al salón y llegamos tarde a clase.

Algunos nos vamos del país y nos volvemos a perder: en el aeropuerto, en el metro, en la estación de tren, en calles repletas de seres anónimos que caminan para todos lados, muchos, tan perdidos como nosotros. Abrimos el mapa al revés y vamos en dirección Sur creyendo que es el Norte. Y siempre, como cuando salimos de la casa por primera vez, nos encontramos con uno mismo cada vez que nos perdemos.

Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) fue uno de los creadores de la llamada Teoría de la Bildung. Bildung quiere decir formación. Goethe junto a otros pensadores alemanes e ingleses crearon una teoría pedagógica que quería escapar de las creencias tecnócratas del aprendizaje que florecían en esa época. Para los defensores de la Bildung, la formación no es aprender a diseñar, a programar, a construir, a litigar, a escribir o a calcular. No es la adquisición de un saber sino la incorporación de una actitud para con el mundo. Para lograr esta actitud de apertura hacia el mundo y sus misterios, aconsejaban viajar, perderse. Sabían que, a fin de cuentas, el que se pierde es el que se encuentra.

Un artista vive inmerso en este proceso. Crear es siempre reinventarse, extrañarse del mundo, perderse y encontrarse. Una y otra vez. Si alguien quiere definir la diferencia entre un artista genuino y uno que no lo es, verá que el primero siempre pone patas para arriba sus propias creaciones y tiene, inserta en la piel, la extrañeza. Para los políticos este proceso es más difícil porque lo de ellos no es tanto crear como gestionar. Sin embargo, quien se dedica a la política tiene la oportunidad única de estar en contacto constante con gente y realidades desconocidas.

Mientras el artista se retuerce en su soledad para culminar la obra, el político viaja hacia la localidad inundada, hacia el país que lo invitó a celebrar un aniversario, hacia el departamento donde deben captarse votos. Todos estos viajes del político, deberían enfocarlos desde la Bildung. Son viajes de formación, donde el político debe perderse en lo que no conoce para encontrarse en lo que podría hacer por los demás.

Escribo esto desde Europa. Viviendo un enero repleto de nieve. Recordando que fue durante el verano cuando me perdí las primeras veces.

El otro día agarré un puñado de nieve y se me congeló la mano; mientras la colocaba alrededor de una taza de té caliente para que volviera el calor, me acordé del frío que sentí en Playa Verde, durante un baño con tormenta en la playa de los Lamas. No tendría ni 10 años. El sol despareció y en pocos minutos el cielo estaba negro y soplaba el viento. Nos dieron permiso para un baño de mar con lluvia. Corrimos y nos zambullimos. Abrí los ojos bajo el agua y no se veía nada. Salí a la superficie y todos en la playa corrían hacia los techos, los autos y las casas. No entendía cómo en un día de verano podía llegar el invierno de visita. Salí del agua tiritando y riendo. Mis padres me esperaban con una toalla y anunciaban un vascolet caliente, donde seguramente puse las manos como lo hice con la taza de té. A fin de cuentas, el puñado de nieve me llevó de vuelta al verano.


*Extraído de Freeway.